RESEÑAS

Immanuel Kant. La cuestión de las razas, seguido de Georg Forster, “Algo que añadir sobre las razas humanas”. Editado por Natalia A. Lerussi y Manuel Sánchez Rodríguez. Abada Editores, Madrid, 2021, 247 páginas. ISBN: 978-84-17301-76-7.

Felipe Montero
Universidad de Buenos Aires, Argentina

Revista de Estudios Kantianos. Publicación internacional de la SEKLE

Universitat de València, España

ISSN-e: 2445-0669

Periodicidad: Semestral

vol. 8, núm. 1, 2023

p.ordenes.azua@gmail.com

Lerussi Natalia, Sánchez Rodríguez Manuel. La cuestión de las razas, seguido de Georg Forster, “Algo que añadir sobre las razas humanas”. 2021. Madrid. Abada Editores. 247pp.. 978-84-17301-76-7


La cuestión de las razas, editado por Natalia Lerussi y Manuel Sánchez-Rodríguez, es una selección de los textos de Kant en los que el autor presenta su teoría de las razas humanas. Traducidos al español por los editores, los textos comprendidos son “Sobre las diversas razas humanas” (1777) y “Definición del concepto de raza humana” (1785). Se incluye también un texto de Georg Forster, en el que se critica la posición de Kant, “Algo que añadir sobre las razas humanas” (1786), así como también la réplica de Kant en el texto “Sobre el uso de principios teleológicos en la filosofía” (1788). La colección está acompañada por un valioso estudio introductorio y por breves pero útiles resúmenes de cada uno de los textos. Se trata de un libro que encontrará una recepción especialmente fructífera por parte de investigadores interesados en, al menos, dos problemáticas diferentes. Por un lado, resultará un libro valioso para las reflexiones poscoloniales acerca de los prejuicios, las jerarquizaciones y, simplemente, las inmoralidades que se pueden encontrar en los textos menos difundidos de los grandes filósofos del canon occidental. Por otro lado, los textos de la colección son una lectura imprescindible para aquellos que se interesen por la teoría epistemológica de Kant acerca del rol de la teleología en la ciencia natural.

El racismo de Kant es un hecho especialmente notable y que supone un desafío para los intérpretes de su obra, ya que es difícil de conciliar con la imagen de este filósofo que resulta del estudio de otros aspectos de su pensamiento, en especial su universalismo en materia de ética. Gracias a las traducciones de Lerussi y Sánchez-Rodríguez, se vuelven accesibles en español textos que atestiguan prejuicios racistas en Kant. Diversos autores han intentado matizar esto. Las distintas actitudes e hipótesis que los intérpretes han avanzado frente al problema del racismo en el pensamiento de Kant son expuestas por Lerussi en su estudio introductorio (Lerussi, 2021, pp. 33-45). Todas ellas se sitúan entre dos posiciones extremas. Por un lado, la negación de que Kant haya sido un racista en absoluto, la cual es una posición difícil de sostener en vistas de la evidencia textual contenida en esta colección y, especialmente, en otras partes de la obra de Kant como la Antropología en sentido pragmático, las lecciones de geografía y Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y de lo sublime. Recientemente, Georg Geismann ha intentado defender esta posición (2022). Por otro lado, hay quienes buscan defender la tesis de que una posición racista es inherente al sistema crítico kantiano como tal, siendo imposible una separación entre los aspectos puramente teóricos de su pensamiento y el racismo del pensador. Recientemente, Stubenrauch y Martínez Mateo (2022) han defendido una posición semejante, al afirmar que el racismo de Kant es inherente no solo a su teoría de las razas, sino también a la concepción que el filósofo tiene de la razón. Desde nuestra perspectiva, Lerussi está en lo correcto al argumentar que ambos extremos no son fieles representaciones del pensamiento de Kant, al buscar disolver lo que es una tensión inherente a su filosofía entre el universalismo y el particularismo (Lerussi, 2015). En este punto conviene atender a una distinción importante entre la teoría de las razas de Kant y su racismo, que Lerussi presenta en el estudio preliminar (Lerussi, 2021, p. 10). Los textos de esta colección son obras de carácter estrictamente teórico, en las que Kant desarrolla una teoría empírica acerca del origen de distintos grupos de seres humanos. Además, la teoría de Kant se distingue de otras teorías contemporáneas a ella, como la defendida por Forster, al afirmar la pertenencia de todos los seres humanos a una única especie (VvRM, AA 02: 429). Dicho esto, hay que admitir que abundan pasajes que evidencian el racismo del autor. Por ejemplo, Kant propone una hipótesis que, en caso de confirmarse empíricamente, probaría “[…] la perfecta mezcla de fluidos y la fuerza de esta casta de seres humanos [los blancos] frente al resto” (VvRM, AA 02: 440).[2] Si bien esto tan solo probaría una superioridad biológica, relativa al mero fin de sobrevivir, y aun si se considera que una teoría biológica no es el tipo de cosa que pueda considerarse racista como sugiere Memmi (2000, pp. 37, 188), es claro que solo un racista estaría interesado en proponer una hipótesis semejante.

El segundo grupo de investigadores para quienes esta colección será igualmente valiosa serán aquellos que aborden el texto con la atención fijada en las ideas de Kant acerca de la teleología y su rol en la ciencia natural. En los textos de esta colección encontramos el tipo de teoría que, al provenir de este mismo autor, presumiblemente mejor se ajusta a las tesis metateóricas expuestas en la segunda parte de la Crítica del juicio. Es decir, nos ofrece la oportunidad única de observar al epistemólogo asumiendo el rol de científico y esto supone un material imprescindible para quien se interese por la epistemología kantiana de la ciencia de la vida. También para este grupo de investigadores será de gran valor el estudio introductorio de Lerussi, en el que se abordan problemas teóricos como el estatus del concepto de raza (Lerussi, 2021, pp. 27-32) y se pone en contexto la polémica del autor con Forster (ibid., pp. 45-62).

En los textos de la colección, la tarea que Kant se propone es sentar las bases para la transformación de la historia natural, es decir, el estudio empírico del origen de las especies, en una ciencia.[3] Mientras que para el empirista Forster el estudio de los orígenes resulta una “ciencia para dioses” más allá de los límites humanos, Kant concentra sus esfuerzos en demostrar cómo es posible tal conocimiento del pasado, llegando admitir que sus hipótesis (el contenido empírico de su teoría de las razas) es para él meramente accesorio a sus fines propiamente metateóricos (BBM, AA 08: 91). La teoría de las razas de Kant defiende que todos los seres humanos pertenecen a la misma especie (Gattung). Esto se debe a que adopta la definición de especie de Buffon, según la cual pertenecen a la misma especie organismos cuya reproducción resulta en descendencia fértil. La explicación más adecuada de este hecho, siguiendo el principio de la economía de las causas, es para Kant la monogénesis, es decir, el origen común de todos los seres humanos en un tronco originario. Entre las diferentes subclasificaciones que se pueden hacer dentro de una misma especie, Kant entiende la división en razas como aquellos grupos dentro de una especie que exhiben una diferencia que persiste aun cuando los organismos emigran a otro clima y que se hereda necesariamente, es decir, que en caso de cruzarse con miembros de otras razas producirán un organismo mestizo en todos los casos.[4] Como queda claro en el texto “Definición del concepto de raza humana”, tal definición busca sentar la posibilidad de la historia natural. En efecto, la teoría kantiana de las razas (o la historia natural en general) se vale fundamentalmente de tres factores. Habiendo distinguido un grupo de organismos que pertenece a una misma especie, se busca explicar sus diferencias en cuanto a su aspecto postulando su origen común en un tronco originario. De esta manera, la tarea que se le presenta a la teoría de las razas de Kant es defender la monogénesis a pesar de las diferencias en los organismos, en este caso, la diversidad en la apariencia de los seres humanos. El modo en que se explica cómo surgen las razas (la diferencia) en el seno del tronco original es postulando disposiciones originarias que la divina providencia habría colocado en estos organismos en vistas a la adaptación de su descendencia a diferentes climas y zonas geográficas. Así, la diferencia entre los osos polares y los osos pardos sería explicada por Kant postulando un proto-oso, cuyas características son incognoscibles, pero que habría tenido la disposición de adaptarse a diferentes climas: convertirse, a través de cambios graduales en cada generación, en un oso polar en caso de emigrar a una región muy fría, convertirse en un oso pardo en caso contrario. La teoría de las razas de Kant luego postula que, tras cierto número grande de generaciones, el clima ya no tiene ningún efecto sobre las disposiciones y la raza (suponiendo que los animales sobrevivan y no ocurra mestizaje) conserva su carácter eternamente. Si bien está teoría puede parecer descabellada, hay que notar que estas tres suposiciones no son arbitrarias, sino que fundan la posibilidad (en ausencia de teorías mejores, como la de Darwin) de hacer historia natural. Si se la contrasta con la teoría de Forster, esto resulta claro. Según Forster, el clima es la causa eficiente de la diferencia en el aspecto de los seres humanos, es decir, que seres humanos de piel clara serían indistinguibles de los de piel oscura si viven un número suficiente de generaciones en una región muy cálida del planeta, aun cuando no ocurra mestizaje con los nativos de allí. Resulta evidente que entonces ya no podríamos trazar el origen de ese grupo de seres humanos en una región más fría del planeta. En efecto, no podríamos conocer los orígenes de distintos grupos de seres humanos en absoluto. La teoría de Kant, además, permite tener un concepto no meramente nominal de las subespecies. A diferencia de la teoría de Forster y teorías posteriores como la de Darwin, dentro de la teoría kantiana la distinción en especies es una distinción real: el oso polar es el resultado de la activación de una disposición original y, dado que el clima ya no transforma a la especie, la referencia del término “oso polar” está asegurada.[5] Por último, hay que observar que Kant, con justicia, señala que desde una postura como la de Forster no se entiende como la mera acción del clima (sin la mediación de causas intermedias, como la supervivencia de los contingentemente mejor adaptados a tal clima y la acción de la selección natural) puede producir individuos aptos para sobrevivir allí. La explicación kantiana sigue la teoría epigenética de Blumenbach: hay un impulso formativo (Bildungstrieb), de una naturaleza diferente a lo físico-mecánico, que es activado por el clima. Como señala Lerussi (2012), Kant agrega a la teoría de Blumenbach las disposiciones originarias que explican el carácter conforme a fin de los rasgos que resultan de la acción del clima sobre el principio formativo. Esto se debe, a mi juicio, porque si bien el principio formativo explica cómo es posible que el clima de lugar a algo contingente (es decir, no explicable por meras causas mecánicas) como un rasgo adaptado al clima, no explica porqué el rasgo es precisamente idóneo para sobrevivir allí. Desde un marco pre-darwiniano como la teoría de Blumenbach, era necesario explicar porqué la acción del clima en el impulso formativo es conforme a fin. La hipótesis de Kant (cuyo estatus es el de un principio meramente regulativo) es que la divina providencia diseñó al animal en tanto especie, no en cuanto a su aspecto actual (creacionismo ocasionalista), sino que le otorgó la potencia de volverse apto para el clima en ocasión de una migración a, por ejemplo, un clima más frío. Esto es lo que Kant denomina preformismo genérico en la Crítica del juicio (KU, AA 05: 423).

Vistas como el escenario de crisis que preludia a la revolución darwiniana, tanto la teoría presentada por Kant como las hipótesis alternativas de Forster se nos aparecen como una ciencia claramente deficiente. Sin embargo, hay que saber distinguir la deficiente teoría de la historia natural que está a la base de la teoría kantiana de las razas de la brillante metateoría acerca del rol de la teleología en la ciencia que Kant comienza a esbozar en los textos de esta colección y presenta en su forma acabada en la Crítica del juicio. Como vimos, la metodología kantiana de hacer historia natural supone postular disposiciones originarias en los organismos que la divina providencia habría colocado en ellos en vistas a su adaptación al medio y la realización de sus potenciales fines (ÜGTP, AA 08: 179). Sin dudas, hoy en día esta metodología nos resulta inaceptable porque, simplemente, tenemos mejor ciencia. Precisamente, el logro de Darwin es haber explicado cómo las especies llegaron a exhibir rasgos idóneos para vivir en su hábitat sin apelar a la intervención de la divinidad en cuanto a su diseño, ya sea en su aspecto actual o en su potencial desarrollo. Sin embargo, es interesante cómo esta comparación entre la metodología kantiana y aquella defendida por el paradigma darwiniano no necesita apelar a un estándar ajeno a las ideas kantianas. En efecto, una de las indicaciones metateóricas más importantes de la Crítica del juicio es que no puede decirse de las explicaciones por causas finales que sean conocimiento. Para Kant, las causas finales (como la postulación de disposiciones originarias) tienen un rol meramente heurístico en la ciencia de la vida y de eso se desprende que las explicaciones mecánicas son las únicas explicaciones válidas. Así, Kant nos indica que debemos extender la secuencia de causas mecánicas hasta donde nos sea posible y restringir lo máximo posible el modo en que recurrimos a causas finales. Podemos decir entonces que, desde los estándares del mismo Kant, su ciencia es peor que la darwiniana. Ciertamente, desde nuestro presente resulta problemática la tesis de que la teleología, por más que logremos reducir la medida en la que apelamos a ella, es imprescindible en las ciencias que estudian la vida (KU, AA 05: 400). De todos modos, si bien este no es el lugar para revisar esto en detalle, el concepto de finalidad ocupa un lugar central en la teoría de la selección natural, siendo el explanandum de esta teoría la conformidad a fin de que los rasgos de los animales exhiben respecto del medio en que viven (Ginnobili, 2018, p. 152). No es claro que Darwin haya logrado explicar esto sin introducir el concepto de finalidad en sus premisas, como resultaría necesario para ofrecer una explicación meramente mecánica, y tampoco es claro que Darwin se despoje de una referencia a lo suprasensible, como Kant sugiere que necesariamente sucede en la biología. Por el contrario, si nos atenemos a la formulación original de la teoría, encontramos una referencia a lo suprasensible a la hora de pensar a la naturaleza en analogía con la técnica humana, puesto que la selección natural es pensada en analogía con la selección artificial. En efecto, el texto de Darwin no está desprovisto de expresiones que hablan de la “Naturaleza” como intencionalmente involucrándose en este proceso de selección (Darwin, 1996, p. 345).[6]

Si bien la relación entre la biología contemporánea y la metateoría kantiana acerca del rol de la teleología en la ciencia necesita ser estudiada con más detalle, es seguro afirmar que los textos de esta colección son valiosos no solo como documentos para el historiador de la ciencia, sino que en ellos encontramos reflexiones filosóficas en torno a problemas que aún hoy son relevantes para la filosofía de la biología, como el rol de la teleología en la ciencia y el estatus del concepto de especie. De esta manera, considero que las traducciones y el aparato crítico que las acompaña son valiosas contribuciones a los estudios kantianos en lengua española.

Bibliografía

Darwin, C. y Beer, G. (Ed.) (1996). The origin of species. Oxford University Press.

Forster, G. (2021). Algo que añadir sobre las razas humanas. En N. Lerussi y M. Sánchez-Rodríguez (Eds.), La cuestión de las razas (pp. 197-237). Abada Editores.

Geismann, G. (2022). Warum Kant kein Rassist war. Manuscrito no publicado. Jahrbuch für Recht und Ethik, 30.

Ginnobili, S. (2018). La teoría de la selección natural. Una exploración metacientífica. Universidad Nacional de Quilmes.

Kant, I. (1990ss.). Gesammelte Schriften. Bd. 1–22 Preussische Akademie der Wissenschaften, Bd. 23 Deutsche Akademie der Wissenschaften zu Berlin, ab Bd. 24 Akademie der Wissenschaften zu Göttingen.

Lerussi, N. (2012). Acerca de los esbozos para una teoría filogenética kantiana (según la Crítica de la Facultad de Juzgar §§ 80 y 81). Metatheoria, 3(1), 73-92.

Lerussi, N. (2021). Kant y la Cuestión de las Razas. En N. Lerussi y M. Sánchez-Rodríguez (Eds.), La cuestión de las razas (pp. 7-99). Abada Editores.

Lerussi, N. (2015). Unidad de la especie, raza y racismo en la filosofía de Immanuel Kant acerca del origen de una oposición entre universalismo y particularismo (racial). Kant E-Prints, 9(2), 77-95.

Richards, R. J. (2000). Kant and Blumenbach on the Bildungstrieb: A Historical Misunderstanding. Studies in History and Philosophy of Science Part C: Studies in History and Philosophy of Biological and Biomedical Sciences, 31(1), 11-32.

Stubenrauch, H. y Marina Martínez, M. (2022). „Rasse“ und Naturteleologie bei Kant: Zum Rassismusproblem der Vernunft. Deutsche Zeitschrift für Philosophie, 70(4), 619-640.

Notas

1 Universidad de Buenos Aires. Contacto: felipemontero272@gmail.com.
2 Reproducimos la traducción de los editores.
3 Hay desacuerdo entre los intérpretes respecto a si, desde la perspectiva de Kant, es posible adjudicar a la historia natural el estatus de una verdadera ciencia o no. La posibilidad de este desacuerdo interpretativo radica en que Kant no solo busca mostrar que la historia natural es posible, sino también mostrar los límites que necesariamente se le imponen a este tipo de conocimiento. Es posible interpretar que los límites son este caso de tal magnitud que la historia natural no puede ser considerada propiamente una ciencia. Tal es la posición de Richards (2000, pp. 26-27). Sin entrar en esta discusión, utilizamos la palabra ciencia en el sentido amplio en el que la utiliza Kant en el último de los textos de la colección, puesto que Kant llama a la historia natural e incluso a la mera descripción de la naturaleza (la clasificación en géneros y especies de acuerdo con el aspecto de los organismos) “ciencias” en este contexto (ÜGTP, AA 08: 162).
4 Así, por ejemplo, los humanos con piel blanca y pelo oscuro no pertenecen a una raza diferente a la de los blancos con pelo rubio, puesto que al cruzarse entre sí la descendencia resulta (según Kant) o bien de pelo oscuro o rubia. En cambio, al cruzarse humanos de piel oscura con otros de piel clara, la descendencia siempre exhibiría un color intermedio, por lo que según la definición ambos pertenecen a razas diferentes.
5 Esto no es el caso en la teoría darwiniana, puesto que es un supuesto de la teoría que variaciones en los individuos suceden constantemente. De lo contrario, no se podría explicar la emergencia de especies a partir de la selección de rasgos.
6 Precisamente, la preocupación principal de Kant en su teoría de la teleología es sin dudas mostrar cómo estamos autorizados a hablar de esta manera sin comprometernos con una metafísica dogmática que postule la existencia de entidades trascendentes (ÜGTP, AA 08: 178).
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